miércoles, 12 de octubre de 2011

Más catarsis

A veces el vacío le estorba a la vida. Cuando te has ido recuerdo que yo no, y que además; estoy vacía. Hace tiempo olvidé que puse la alarma 5:40, 20 minutos antes de la hora de levantarse, ya sabes; para preparar al cuerpo psicologicamente. Hace tiempo que dejé la cafetera hirviendo, creo que solía gustarme el café bien cargado, pero después de los dolorosos siete días de rosario ya no soporto ni su olor, y eso que siempre he creído que uno de los olores más ricos es el del café. Hace algunas horas vi álbumes de fotos en el Facebook, y qué dolor creerte viva cuando ésta red social me recuerda que me has etiquetado en una foto días antes de tu muerte. Que dolor en Agosto cuando moría por morir y darte un abrazo por tu cumpleaños. Que triste es el tiempo cuando ni atrasando la manecillas lograré volver a verte. Qué felicidad cuando te sueño, y qué tristesa cuando despierto. Hace tiempo que ya no me da miedo la oscuridad, hace tiempo que procuro tener las luces apagadas anhelando tu aparición fantasmal. Qué melancólico es beber cerveza con Christian y que cualquier tema nos lleve a ti. Que melancolía planear en la comida con mi madre tu ofrenda para Noviembre. ¡Que amarga sabe la vida cuando comes dulces Willie Wonka! Qué felicidad cuando huelo la pijama que me prestaste aquel día que dormí en tu casa. Toda mi vida he sabido que te amo, pero hace poco tiempo supe cuanto, ¿tuviste que morir para que me diese cuenta? No sabes las ganas que tengo de salir corriendo a tu tumba y rascar hasta encontrar tu piel morena, pies, cintura , ojos, y tu boca diciéndome"Bienvenida a mi nueva casa, Niña rara, te he hecho hot cakes en forma de osito para desayunar". Tengo tanto miedo de olvidar tu voz, tengo tanto miedo de que pasados los años olvide tu existencia entre la cotidianidad de tu ausencia. Yo no quiero que pase más el tiempo, porque parece agudizar el dolor, pero tampoco quiero -si es que estoy condenada a la vida- permanecer con el corazón arrugado y el coraje atravesado. Recordarte no es el problema, recordarte ulterior a un por qué tu, es mi tortura diaria. A mi me dueles, me dueles como nada, y me dueles más que ayer, y sobre todo en los días lluviosos... Pero por mi amor, mujer, te prometo que esto va a cambiar, y aprenderé a saberte y quererte como lo que ahora eres, como el cielo claro, nublado, o con la lluvia, llorando. Porque como lo he dicho desde hace tres meses: Mi amor no murió contigo, Jessica.

lunes, 18 de julio de 2011

Lo que brota cuando te has ido, Jessica.

Hoy habla Dania.

Hoy quiero dedicarte mi
existencia,
mi silencio, ........................................... mis letras.

Quiero extrañarte con alegría,
con tu sonrisa
con tu voz,
con tu brillo en mis recuerdos.

Quiero que tu ausencia no me mate
porque tu no te has ido!!
porque te respiro!!
porque he sentido tus abrazos!!
porque te veo entre la gente,
con tu bolsa enorme en el hombro,
tus blusas de Bershka,
y tus sandalias planas.

No quiero llorarte,
y que lamentes mi lamento.
No quiero olvidarte,
y que lamentes mi olvido.
Yo quiero que estés bien
como sólo tu sabes,
como sólo tu puedes,
hasta en los momentos más difíciles
No dudo que en tu velorio hayas soltado una risa discreta y comentado de los asistentes, del impregnante olor a flores, del café ideal para el momento, de los ausentes, de los distraídos, de los dramáticos, de los adoloridos y de los insensibles


Pido que duermas,
pido que me escuches,
pido que regreses al terminar el tormento de verano,
al terminar ésta noche.

¡Qué fácil es quererte, mujer!
pero que difícil es quererte muerta...

jueves, 16 de junio de 2011

Hope

Como si escapara de mis manos algo que nunca tuve... como si el tiempo corriera a pasos agigantados mientras yo duermo... siento como si me comiera la piel cuando voltea discretamente. Lo que no puedo soportar es que me arden los labios, se queman y se consumen a penas siento rosar su saludo. No soporto el deseo de tomarlo agresivamente de su barba y arrancarle la lengua con mis dientes, yo no quiero dejar de sentir el hervor de la sangre, ni la aceleración del corazón, ni la tristeza del alma, pero algo es seguro; hoy mismo podría matarlo, sólo por que quiero, por que hoy no lo quiero, por que hoy me da asco se presencia después de evaporada la sangre. Tengo ganas de tanto… ganas.... sobre todo ganas de tomar un poco de agua después de fumar un cigarrillo en la tarde, cuando viene la luna, cuando el nublado es triste, las canciones comienzan bohemias y los trajeados incrospidos, pero más quiero que el momento sea eterno y que vea atardeceres, lluvias, vientos, años, esperando sentada toda la vida, con la esperanza de que llegará como siempre lo deseé; tan él, siempre diferente, siempre ideal, siempre y simplemente como "él que vuela".

jueves, 26 de mayo de 2011

¿Cuántas veces hemos muerto?

¿Cuántas veces hemos muerto?,

y con los deseos de que no amanezca.
Con el cuerpo pesado y las manos inútiles

Matando las esperanzas,
Acuchillándote las entrañas

Cortándote los dedos, y formándolos del más grande al más pequeño


¿Cuántas veces hemos muerto?,
pretendiendo que no nos duele,
deseando a la misma muerte.

Moribundos sobre la cama
Destilando la putrefacta esencia,

desprendiéndose el alma resignada;

que este cuerpo ya no es suyo,

que es hora de ascender o descender según lo que diga tu juicio.


¿Cuantas veces no hemos muerto?
Jugueteando, mirando a otros ojos para convencer a la soledad.
Llorando por los rincones, hablándole a los retratos.
Susurrando gemidos de lamento.

Tu sombra es de agua,

Y la lástima alzando la mano en el borde de tu cabeza,

en el paisaje que se ve alrededor de ella.


Frágil cuerpo que no podría levantarse más,
delgadez que romperían como las burbujas que hacías cuando bebé y todos se reían.

Y a mí me da lástima,

me da una lástima verme así,

pero más lastima me da verme solo,

y que después de decirte esto tomarás tus pertenencias, te darás la vuelta, blasfemarás camino a la puerta, y te iras.

Mañana lo gritaras en la plaza,

lo susurras en las orejas siguientes que un hombre esta deprimido,

que un hombre exagerado dice; le duele el alma,

que un hombre dramático ha terminado la puesta en escena y está bajando el telón.

Pasado mañana me dará lástima haberme visto morir solo,

y verte hundido en la vergüenza,

deseando tu ahora la muerte

por no haber querido ayudar a este hombre que ha muerto más de cien veces,

por el miedo,

por lo cobarde que eres,

porque tú has muerto más de mil.

domingo, 24 de abril de 2011

Hombre de trajes caros

Te encontré desde los inicios de la vida al abrir los ojos.

Te conocí en los errores,

estás en lo insensible.

Te amé en la costumbre,

y te odié en los sueños.

Me revuelco en el rencor,

cuando estoy hasta arriba,

porque me tiras apenas empujándome levemente con tu dedo índice.


Te extraño en los halagos,

te quisiera este mismo día a mi lado,

junto a la hoja y la pluma.

Mas te quisiera lejos constantemente,

por los miles y terribles estragos.


No te entiendo,

no me entiendes.

Ahogamos el silencio,

la alegría simple de nuestra cercanía;

el subterfugio de nuestro contrato de vida,

en aquel cajón oculto;

y nos mostramos hostiles,

y nos queremos así.

Nos queremos insensibles,

Nos deseamos invisibles,

mudos, ciegos, sordos, cojos y mancos.

Y cuando imperioso es el deseo de unas cuantas palabras,

y los abrazos efecto de estar faltos de cariño,

son palabras y caricias que le regalamos sin créditos,

sin bombos y platillos,

sin sonrisas ni gestos amables;

al vetusto,

sabio, y generoso viento.

lunes, 21 de marzo de 2011

Yo el otro día soñé...


Yo el otro día te soñé, era de madrugada cuando llegaste transparente al escenario que me adentraba, ya te sentía desde que comencé a soñar, pero quise evitar mi locura, era patético extrañarte, que tu recuerdo me persiguiera hasta en sueños. Te contaré con detalles... Asomaba mi cabeza desde algún edificio muy alto, certificaba que era altísimo y que se me saldrían todas mis tripas si cayera, jugueteaba con mis manos y pies rebasando el limite del edificio para experimentar si podía ver la sombra hasta abajo, y cuando me cansaba de estar agachado miraba al frente; las antenas de cable, lo desgastado de los techos, a lo lejos algunas señoras colgando su ropa, mas a lo lejos el alambrado de algún pueblo, y un pájaro sobre el cable se dejaba descender para luego agarrar vuelo lejos de los suburbios, para adentrare a esa ciudad donde yo me encontraba. Al no querer más mirar de frente, alce la cabeza, mire al cielo; nada nuevo, en sueños también es azul con nubes que parecen ricos algodones. Contemplaba nada, me quede así, hasta que me encontré de nuevo con el mismo pájaro, se acercaba, era realmente rápido, de pronto mi enfoque ya no era lejano, ese pájaro iba a estamparse conmigo, en un instante roso con mi hombro izquierdo dejando ese olor a alpiste digerido, creo haber sentido su pico, o alguna pata. Me quedé mirando de lado cuando puso alguien sus manos sobre mis hombros, y cuando quise voltear más para ver quien era, ésta me empujo y en segundos me vi cayendo entre edificios golpeando brutalmente con el piso.
Una pantalla negra se apodero de mi sueño, seguro había muerto ya, te juro que hasta estaba buscando esa famosisima luz que juran ver todos cuando mueren, o algún pariente querido, pero no. Abrí los ojos, y efectivamente estaba tirado en el piso de un larguísimo pasillo todo blanco. Me levante y busque mi sangre entre mis ropas, no me había pasado nada, nada, dirían por ahí; ¡ni un rasguño! Supe que debía seguir el pasillo y abrir cada una de las puertas que tenia; escogía una de la izquierda, una de la derecha. En la primera puerta me encontré un cuarto con las paredes pintadas de puntos de colores de todos los tamaños, y con los Flaming Lips de fondo. En el segundo estaba mi familia sentada, seguro un domingo, suelen comer juntos en domingo. Me invitaban a sentarme, pero por más que golpeé mi pierna, no quiso moverse para entrar, así que seguí con mi camino. En la tercera puerta encontré a mi padre viendo televisión, como acostumbraba, en su reposet, ese mismo donde lo agarro la muerte, era lógico que ahí dejara de existir, no hacia otra cosa, sólo se rascaba ocasionalmente las nalgas o sus testículos -seguro se le dormían- mientras veía toda la programación de novelas con su vaso de coca-cola con harto hielo. La escena me pareció tan desagradable que azoté la puerta. Entonces por fin la cuarta, la ultima, había más, pero en esa me quedé, primero estaba todo oscuro, después una luz tenue le indico a mi ojos que era mi recámara, con la cama en el mismo lugar, el buró con el raspón que le di cuando saque la vieja televisión, con mi celular sobre él, activado para sonar a las 5:40 am para prepararme para el trabajo, mi vaso de agua, y el vaso vacio donde tomé mi leche antes de dormir, también estaba mi papel con mocos, ¡ese era mi lugar! ahí debía quedarme. Levante las cobijas, me quite los zapatos y metí todo mi cuerpo a la cama. Miré el pequeño espacio que queda entre las cortinas, esos espacios que jamás logras cerrar por más que jales y juntes las telas, entre ellas, justo en medio se veía la luna, una luna enorme que hasta podía ver su textura llena de grietas, ¿si viste la luna este fin de semana? ¡Era enorme! Pues estaba ahí , frente de mis ojotes, me la quedé mirando obsesionada mente, entonces, desperté, abrí los ojos y mi mirada estaba sobre el espacio de las cortinas, estaba viendo ahí, y la luna, la luna era enorme, igualita en mi sueño, con esas grietas, ese color amarillento, hermosa, pero bueno, cuando me di cuenta que la realidad era lo mismito que había soñado, pues casi me meo.
-¡Orale! Pues que raro tu sueño.
-Si, bien raro.
-Oye, pero, ¿en qué momento soñaste conmigo? Me dijiste que habías soñado conmigo.
-No para nada, pero quería contarte... igual y tu me empujaste...

jueves, 24 de febrero de 2011

Cae la lluvia, ¡corre!


Cuando miró al cielo, justo en ese momento, la primera gota de lluvia cayó sobre el vidrio derecho de sus lentes vintage. Entonces supo que había despertado del sueño, del viaje, el albedrío al que sólo él destinó como suyo; queriendo o no que así fuese. Ya nada importaba, ya nada podía esperarse, nada sería ahora motivo de asombro, ni la lluvia; así cayera con granizo, ni los relámpagos pisandole los talones. Huir de esta lluvia ligera, sería una actitud muy infantil, pero le gusta la lluvia, le gusta pretender tenerle miedo mientras corre y disfrutar del proceso de humedad a mojado totalmente.
Nadie lo ve, nadie sabe que está ahí, nadie nota que el es nadie, entonces, ¿Qué problema?sus pies le piden huir de la interminable agua que no cesará por más que corra. Empieza a aplastar las gotas que yacen en su mano izquierda, acaso, ¿Eso es felicidad? Hace algunos momentos nada tendría sentido ni razón para creer que ser humano, ser persona, ser organismo es sinónimo de mundanos vulnerables hasta a la mendiga lluvia, si siempre llueve, siempre uno se moja, siempre queremos tirarnos a la alberca... Pero él ya no esta para esas cosas, ya no.

-Después de todo esto, ¿que hay de magnifico en la lluvia?- Se preguntó él, desconfiado incluso de la respuesta que podía darse a si mismo.

Para continuar el paso y evitarse euforia, fijó su mirada en el centro del paisaje que se abría en frente, abrió la sombrilla y comenzó a caminar despacio. Al paso de las calles la tormenta se intensificaba, no podía soportarlo, poco a poco dejó desnudarse su alma, y apretó el paso, después más rápido, más y más, ahora parece ya, que si lleva prisa. Comienza a correr y a penas alcanzo a distinguirlo. Aventó la sombrilla en alguna esquina, quedó destrozada e inservible, él corrió, corrió hasta que sintió que el impulso que recibía era ajeno a su cuerpo, y fue entonces cuando yo lo perdí de vista.


domingo, 23 de enero de 2011

Down

Hay cosas que deseo antes de morir; dejar caer mi alma en el asfalto y olvidarle ahí, perdiendo la circunspección, convirtiéndome en el animal más salvaje e imponente, ¡sí, eso quiero!, dijo él con bastante convicción. Sus ojos se postraron en el piso y en un parpadeo, con la rapidez de las cosas que pasan lento, claramente pude observar como de sus pupilas salía un humo blanco dirigiéndose al piso y se filtraba entre sus grietas. Al regresar la mirada a su rostro, supe que debía correr lejos de ahí...

viernes, 14 de enero de 2011

Contigo

Recuerdo aquellos días cuando vivíamos junto al mar, en esa casa hermosa de un un piso, tan espaciosa y con cierta humedad rica por tanto calor. Cuando vestíamos con ropa de manta, y él llegaba con un ramo de rosas blancas, rodeaba mi cintura con su brazo, y pretendíamos bailar un vals mientras él me susurraba al oído una canción de Caetano Veloso: "Você é linda, mais que demais, você é linda sim, onda do mar do amor, que bateu em mim". Yo descansaba mi mejilla sobre la suya, dejando picarme por su barba, respirando la mezcla homogénea del aroma del mar con el aroma suyo, sabiéndolo mío, sabiéndome suya, sabiendo que el viento y el sol golpeando nuestros cuerpos era una conspiración de la naturaleza contra el invierno, en beneficio de un eterno amor, sabiendo de ante mano, que ese siempre fue nuestro estado ideal; juntos por horas en un picnic sobre la arena dos viejos que se tratan como adolescentes locamente enamorados. Juntábamos conchas, piedritas y esas cosas que el mar echa a la tierra y son tan curiosas, bebíamos limonada y nos reíamos de cuando me buscaba en el café donde trabajaba yo, y él iba y se sentaba horas, sin saludarme, sin conocerme mas que de vista, como la mesera del lugar, que le daba la carta, tomaba la orden, y cobraba la cuenta, hasta el día en que me decidí a ser yo quien debía preguntar su nombre, él me dijo muy serio y entre dientes -Horacio, soy Horacio-.
Después de esas largas tardes hasta ver irse al sol en el ocaso, entrabamos a la casa y nos metíamos a la cama, el dormía siempre como vampiro, mirando al techo y con las manos en cruz sobre el pecho, yo le daba un beso en la frente y de mis labios brotaba un; -Buenas noches, Horacio-. Cada noche, siempre, hasta que su cuerpo dejo de estar, de ser parte de mis días, parte crucial de mi curso por el mundo. Evocar esos momentos, esas tardes, ese clima, esa casa, la ropa de manta... es mi mejor recuerdo de la vida, sobre todo, ahora, este día en que su aroma y el mar en invierno, me faltan.