martes, 24 de julio de 2012

Taquicardia

Yo te tengo en mis manos
te resbalas y te atrapan
al borde del grito.
Aprendo de tus labios,
y cuando aprisionan mi piel;
me cuentan la historia...
Se ríen tus manos en mi espalda,
cosquillean y tiemblan los poros. 

Entre el cielo naranja
y las cortinas de texturas opacas.
Entre el no querer pararme nunca más,
y morir ahí donde mi boca te encuentra, 
donde terminan los sonidos ensordecedores de las alarmas,
alarmas que me llaman y me levanto apresurada
y me tomas entre tus brazos,
y sucumbo a la bocanada de invierno.

La brasa se enciende,
los ojos se extrañan cuando saben se dejarán de ver,
mi silencio es tuyo,
mi silencio, tú curioso.
Los ecos de tus clavículas
rebotan y explotan,
cuando jadean los árboles
y las aves que duermen entre sus ramas.

Las canciones apresuradas,
el tarareo de las madrugadas,
y acompañadas por el vino a medias,
la copa besada,
la ropa confusa entre las sombras
de esta noche que te busca
con la luz de la brasa.

Quieren mis ojos conocer el rostro,
de quien en sus manos me tiene.